30/8/10

El Valencia y la ley de Murphy

Cada temporada resulta siempre una amalgama de carrera de fondo y de obstáculos. El Valencia la ha empezado con el pie derecho, que dicen que es el bueno. Dado que a la competición ahora le llega un paréntesis, el partido de La Rosaleda podría considerarse una prolongación de la pretemporada. Pero es bastante más porque reportó tres puntos, ha dado sosiego a los dirigentes y confianza al grupo. Estamos en la antesala de las rotaciones. En dos semanas se retomará la Liga y empezará a alternarse con los compromisos de Champions. El calendario se comprime con partidos cada tres o cuatro días.
La victoria del Valencia en Málaga tiene el valor de una fuente extra de nutrientes y antioxidantes para que el equipo tome fuerzas porque, con los obligadas permutas, de manera consecutiva ha de medirse al Racing, Bursaspor, Hércules, Atlético, Sporting, Manchester y Athletic.
De momento, tres puntos y tranquilidad. En La Rosaleda ganó el favorito, no sólo porque así lo decían las estadísticas y porque el equipo andaluz afrontó el duelo diezmado por las bajas. Los valencianistas plasmaron su impronta. Buena actitud y superioridad. Otra cuestión es que, tal como refleja una de las leyes de Murphy, «cuando las cosas parecen ir bien es que has pasado algo por alto». Y, efectivamente, el Valencia, dominador desde el principio, pasó por alto o se olvidó de que si uno se entretiene demasiado y baja la guardia, el rival toma oxígeno y le puede dar un susto. Por eso del posible descabello en un mano a mano de Mata con Arnau se pasó a la ansiedad cuando Sebas hizo el empate al filo del descanso. En la segunda mitad se impuso la lógica.
Para ser principio de temporada, en Málaga vimos una aceptable representación valencianista y un buen argumento. Respecto a la anterior temporada, en esta primera escena sólo varió el vestuario (camisa naranja y pantalón blanco). El atrezzo fue similar, la escenografía idéntica (4-2-3-1) y los actores estuvieron tan metidos en su papel que no hubo que echar de menos a los que ya no están.
141. (Las Provincias, 30 de agosto de 2010)

27/8/10

Europa, lesiones y suerte

Hay grupos más incómodos. En la Champions League nunca se puede hablar de rivales fáciles, aunque aparente el sorteo no ha sido cruel con el Valencia. United y Rangers quedaron en el camino el año de la final de París y el Bursaspor no es ningún coco.
La suerte es siempre es importante. Ahora mismo, el equipo de Mestalla, que por presupuesto va a empezar la carrera de fondo con bastantes metros de desventaja que el Real Madrid o el Barça, dará el primer paso liguero aquejado por el contratiempo que supone la microrrotura de fibras que sufre Soldado, aunque esa lesión hay que observarla desde la perspectiva de que sólo privará al delantero de jugar el sábado. A continuación llega un paréntesis por los compromisos internacionales y su vuelta se prevé en la segunda jornada, cuando el Racing visite Mestalla.
¡Lesiones! Terror de futbolistas y calvario de entrenadores. Hay que tener la suerte de cara. Para cualquier equipo es vital mantenerlas a raya. Candar la puerta de la enfermería. A la bicha, ni nombrarla.
Mourinho ya se ha curado en salud y ha apelado a la suerte. Ha dicho que en el supuesto de que Higuaín o Benzemá causaran baja durante la temporada, el Real Madrid lo pasaría mal. Se supone que sería en la misma proporción que el Valencia si perdiera a Soldado o Aduriz, ¿no?
En el pasado reciente el Valencia ha estado marcado por las lesiones. En las dos últimas temporadas Unai tuvo que desenvolverse agobiado por algunas ausencias. En su primer curso, hasta alcanzar el primer tercio echó de menos a Silva, Marchena, Baraja, Alexis, Vicente y Curro. Y en la pasada campaña las bajas de Vicente, Baraja o Fernandes se prolongaron hasta el final de la primera vuelta.
Un veterano entrenador, que lo fue en Mestalla, siempre que le deseaban suerte replicaba que él prefería que le auguraran buen trabajo. El Valencia cuenta con buenos mimbres para alcanzar el objetivo, que es el mismo del año pasado. Otra cosa es que durante el camino tenga la estrella de cara.
140. (Las Provincias, 27 de agosto de 2010)

26/8/10

Las dos orillas del Valencia

En esta vida todo resulta subjetivo. Hay mil realidades que dependen del cristal con que se miran. Sucede en todos los órdenes. Con lo de la subida de los impuestos, unos nos aferramos a la refracción de la ministra Salgado ante los lúgubres pronósticos de Blanco y Almunia, porque no ganamos para sustos ni para pagos. Con lo del Estatut, otra discrepancia. Desde una parte dicen que ataca la dignidad catalana y desde otra nos quedamos con la sentencia del Constitucional, que para algo está. Y si todo eso ocurre en temas mayores, qué no va a suceder cuando en el entorno del Valencia se habla de lo deportivo o de lo económico...
Más de lo mismo. Depende de las lentes por las que se observe la realidad. Hay desacuerdos cuando se habla del sistema que debe utilizar Unai, de la importancia o no de que jueguen juntos los Soldado y Aduriz, y también surgen diferencias de criterios si la conversación gira en torno a la gestión económica. Mientras que para unos es la más adecuada debido a la situación general que nos agobia a todos, para otros, precisamente por esa circunstancia, la línea no es la que más conviene.
Los más afines al consejo que preside Llorente aseguran que ya se ven brotes verdes, mientras que desde la otra orilla, en tertulias playeras que van desde Xàbia hasta Benicàssim, se escucha opiniones opuestas. Para éstos, el verdor no es de lozanía sino de crudeza, y echan en cara que el club fuese condescendiente con Soler cuando se zanjó al mismo precio la titularidad de la parcela que en 2007 comprometió su adquisición el ex presidente.
El sábado empieza la Liga. A unos sólo les preocupa ver fútbol y que su equipo gane en Málaga. Otros van más allá y además esperan la hora de la junta general, confiados en que haya luz y taquígrafos cuando planteen los interrogantes que les abruman.
Mientras, aunque con la deuda a cuestas, el Valencia sigue adelante y hace suya aquella canción que popularizaron los Monty Python. Lo de «Mira siempre el lado bueno de la vida», y silba.
138. (Las Provincias, 23 de agosto de 2010)

Los silencios del fútbol

Hay silencios que dicen mucho. Tanto, que se podría decir que hablan por sí solos. Son silencios expresivos. Silencios dialécticos. En el fútbol están de moda desde hace mucho tiempo. Empezaron cuando los clubes todavía eran clubes, y se incrementaron cuando la Ley del Deporte de 1990 aprobó el desembarco de las sociedades anónimas. A los habituales hermetismos que siempre han mantenido los dirigentes de muchos equipos a la hora de hacer públicas determinadas decisiones y, sobre todo, de los asuntos contables, les han sucedido los que podríamos llamar mutismos deportivos, traducidos especialmente en las sesiones de entrenamiento a puerta cerrada. Secretos y silencios.
-Papá, ahora que aún estamos de vacaciones, ¿podemos ir a ver cómo se entrenan los futbolistas?
-No, hijo, hoy no es posible porque trabajan a puerta cerrada.
Pasa aquí y pasa allí. No es una cuestión exclusiva de nadie. Ni de José Mourinho ni de Unai Emery ni de Pep Guardiola. Lo de echar el pestillo para ejercitarse se ha convertido en un hábito en Madrid, Valencia o Barcelona. Una práctica que se repite con demasiada frecuencia, para lamento de los aficionados que, sobre todo en estas fechas, disponen de más tiempo libre para llevar a los chavales hasta los lugares de preparación de los equipos a los que a lo largo de la temporada animarán desde la grada, evidentemente después de haberse fotografiado en la taquilla.
-No sólo es cuestión de preparar las jugadas de estrategia. Es que los futbolistas muchas veces necesitan trabajar sin ninguna presión.
Esa es una de las muchas frases que se han escuchado para justificar que determinado equipo realice el entrenamiento en privado, sin público.
-¿Tan estresados están los futbolistas, papá?
El hombre, que no tiene claro si cuando llegue el otoño tendrá que hacer cola en el INEM, mira al chaval, respira hondo sin saber qué contestarle y guarda silencio. Un silencio que también habla.
139. (Las Provincias, 25 de agosto de 2010)

22/8/10

Sistema, debate y equipo

¡Y vuelta con la burra al trigo! A pesar de que se ha demostrado que ya no hay porqué, lo del sistema de juego del Valencia se ha convertido en un asunto que sigue acaparando la atención en los debates futboleros. No hay tertulia que se precie en la que la cuestión no ocupe un lugar preponderante. De poco sirve que las dudas se hayan disipado y que los resultados y el rendimiento de la pretemporada determinen que no existe motivo para el cambio de dibujo que ha tratado de aplicar Unai. El que esté bien, que no se mueva.
Pero por convicción futbolística, porque ya lo utilizó en su etapa al frente del Almería, y probablemente también para tener contentos a todos los nuevos fichajes, el entrenador del Valencia había insistido repetidamente en implantar un 4-3-3 que no le ha reportado la respuesta esperada, fundamentalmente debido a las características de los jugadores que deberían sustentarlo en el medio campo.
Ni se trata de censurar cualidades ni tampoco de tomar como referencia sólo el partido de presentación en Mestalla frente a la Fiorentina, en el que por cierto resultaba imprescindible conseguir la victoria para dar sosiego a una sociedad algo revuelta. Pero el Valencia ha trabajado mejor y se ha mostrado más firme sobre el terreno de juego cuando se ha desenvuelto con el tradicional doble pivote en la zona de medios, utilizando el inicial 4-2-3-1 o con la variación al 4-4-2, que es como terminó jugando ante los florentinos. Otro asunto es que el medio centro ofensivo tenga más llegada y, aparte de saber acariciar el balón y ser resolutivo en el remate desde la media distancia, no le haga tantos ascos al área. Pero eso es otra historia.
No hace falta apelar al tiempo y a la prudencia para defender que el Valencia ha conseguido finalmente reunir una buena plantilla. Unai Emery cuenta con un grupo compensado y con oficio. Un bloque sólido que mantiene la estructura del año anterior y en el que las incorporaciones alivian los desencantos de algunas salidas.
137. (Las Provincias, 20 de agosto de 2010)

18/8/10

El discurso del Valencia

Se cumplen ahora siete veranos de la recordada presentación de aquel Valencia que se vistió de largo envuelto en críticas porque los fichajes de Cannobio, Oliveira, Sissoko, Jorge López y Xisco no ilusionaban a nadie, aunque al final del curso el equipo fue aclamado tras realizar la mejor temporada de su historia. Revalidó el campeonato de Liga que ya había logrado dos años antes, fue brillante vencedor de la Copa de la UEFA y, además, inauguró el ejercicio inmediato con la conquista de la Supercopa de Europa. Todo aquello le valió el título honorífico de mejor equipo del mundo.
Seguro que Jaime Ortí nunca olvidará los éxitos que vivió al frente del Valencia ni algunos sinsabores que salpicaron los poco más de tres años de mandato. Como el de aquella tarde-noche del mes de agosto de 2003, durante la presentación del equipo, cuando la masa de Mestalla fue más cruel que nunca y no le permitió siquiera hilvanar un par de frases seguidas.
Jaime, alma de cántaro, se había convertido en un presidente de a pie, familiar. Y con menos asesores y participación accionarial que Manuel Llorente, quien en ese momento compaginaba el cargo de consejero delegado y director general, pasó por alto que la exigencia había crecido demasiado; que el curso 2003 fue un paréntesis decepcionante después de la conquista de la Liga que llevaba resistiéndose 31 años, y que la disputa por el sofá y el sillón que enfrentó al director deportivo con el entrenador le pasaría factura.
Llorente le había recomendado que se abstuviera del tradicional discurso, pero Jaime se ajustó la taleguilla y saltó al ruedo para, entre sudores, acabar tragando saliva, casi con la misma decepción que un año después, cuando Juan Soler le despojó de los laureles de César y giró el pulgar hacia el suelo obligándole a dimitir.
En el Valencia los discursos son historia y los fichajes han sido los que ha permitido la economía. Por eso hoy, cuando el equipo se exhiba ante su público, los seguidores sólo deben de esperar que sean los futbolistas quienes hablen sobre el terreno de juego.
136. (Las Provincias, 18 de agosto de 2010)

16/8/10

Unai, el sistema y el enganche

Coincidiendo con el primer trienio de la crisis, cada hijo de vecino anda ajustando proyectos. Hay que aplicarse para empezar bien el curso. Pepe Blanco (que no es quien cantaba con Carmen Morell aquello de 'Me debes un beso') plantea subir los impuestos de los españoles porque dice que son muy bajos; Paco Camps anuncia su once ideal para afrontar el fin de la legislatura, y Unai Emery se empecina en dar continuidad a un 4-3-3 que tarda en ofrecer respuesta.
Todo eso es grosso modo, porque luego cada uno hace sus puntualizaciones. El ministro de Fomento califica de reflexión el susto que nos ha dado con eso de aumentar las cargas fiscales; el presidente de la Generalitat trata de ilusionar al referirse a un presupuesto austero y al anuncio de que destinará 500 millones para fomentar empleo; y el entrenador del Valencia, a dos semanas de que empiece la Liga, está decidido a ofrecer el miércoles, ante a la Fiorentina, algo más que pruebas. Bueno, más que estar decidido, habrá que decir que tiene la obligación, porque ya se sabe lo exigentes que son los aficionados de Mestalla, aunque quienes acuden a la presentación no suelen ser los habituales de cada domingo. Pero se impone un triunfo. Y convencer, porque el rendimiento no coincide con el de un grupo que ha de dar la cara en tres frentes.
Todos sabemos que lo que de verdad importa es la competición oficial, ganar en Málaga cuando dentro de dos semanas empiece la Liga. Pero para eso el equipo ha de llegar con las ideas muy claras y debería demostrar que ya la tiene; que no se repita lo de los titubeos atrás (más de un gol en contra por partido) y la falta de pegada delante (cinco encuentros sin conocer la victoria).
Lo del cambio del 4-2-3-1 del año pasado al 4-3-3 que ahora pretende Unai únicamente está bien si los futbolistas lo hacen valer en el terreno de juego. Goles son amores. Y un apunte: Si la variación del dibujo se debe exclusivamente a la ausencia de un enganche como Silva, error. Ningún jugador basta para resolver un problema común ni una sola golondrina hizo verano.
135. (Las Provincias, 16 de agosto de 2010)

13/8/10

Unai y la llave inglesa

En la misma medida en que crece el nivel de exigencia en un equipo de fútbol, aumenta la inquietud de todo su entorno. De los aficionados, de los dirigentes, de los entrenadores... Y como cada vez queda menos para que se dé el pistoletazo de salida de la Liga, los resultados empiezan a tener para los técnicos mucha más importancia de la que le daban al principio de la pretemporada, en la que prevalecían las cargas de trabajo, el repostaje de gasolina.
El sustento de los entrenadores son los resultados, aunque también el mayor o menor apoyo que reciben de la prensa y la grada, circunstancia que está por encima de los criterios de los dirigentes que, no nos engañemos, aunque no quieran admitirlo terminan por tomar sus decisiones de acuerdo con el barómetro de los marcadores y del respaldo mediático.
Por citar algunos ejemplos, Unai Emery se ganó la renovación en el Valencia por conducir al equipo a la Champions League; en el Barça, Pep Guardiola acabó el ejercicio en disposición de poner condiciones para continuar al frente del equipo. Y en el Real Madrid, el año pasado por estas mismas fechas, a Manuel Pellegrini ya le habían cincelado una lápida.
Al margen del doble bolo de ayer en Palermo, donde un despiste equivalió a un gol en contra, la cosecha del Valencia en los seis partidos previos de preparación está resultando desfavorable, no sólo porque ha recibido más goles de los que ha marcado, que ya es para hacérselo ver, sino porque se observa holgura en bastantes piezas de la maquinaria; hay mucho por ajustar.
Unai ha de darle a la llave inglesa aquí y allá, a toda hora. Y con esta expresión no me refiero pegarle un mamporro a quien se encandile, aunque metafóricamente todos estaríamos de acuerdo en que se le diera. En su etapa en Almería demostró que sabe trabajar con un grupo y ahora ha de volver a hacerlo porque ya no depende del gol del que no está. Ahora el entrenador ha de acertar y apretar las tuercas precisas para que el equipo inicie el torneo sin titubeos y con fortaleza para rendir en las tres competiciones.
134. (Las Provincias, 13 de agosto de 2010)

12/8/10

La tele, la pasta y el Valencia

Lo de la tele y el fútbol sigue dando que hablar. A medida que se acerca el inicio de la Liga y se desgranan los refuerzos de los equipos, vuelven a sonar los tambores de guerra que advierten del temor a que la competición se convierta, de nuevo, en un mano a mano entre Madrid y Barcelona.
A primeros del mes pasado, la cumbre que un grupo de representantes de equipos de Primera (entre ellos, el Valencia) celebró en el Palacio de Ibaigane de Bilbao para poner los puntos sobre los íes por la desproporción en el reparto del pastel televisivo, adquirió máximo protagonismo a pesar de que el acuerdo para la distribución económica, que hace un año se firmó por cinco temporadas, estuvo suscrito por casi todos los clubes.
Sobre el papel quedan, pues, cuatro años de diferencias sustanciales. Pero ahora mismo, a tres semanas del inicio de la Liga, vuelve la inquietud sobre la pasta gansa. Es evidente que los contratos están para cumplirlos y que para las televisiones prevalecen las audiencias. Pero no es menos cierto que para que los dos privilegiados puedan competir necesitan tener rivales.
En su caso, el Valencia mejoró sus ingresos con el acuerdo. De 30 millones de euros anuales pasó percibir 43. Y esa diferencia, por cinco campañas, supone más de 60 millones.
Pero eso no es óbice para calificar de barbaridad que entre los dos primeros se repartan casi el cincuenta por ciento del pastel. Si la diferencia con el Valencia (tercer clasificado) es del triple (130 a 43), ríete de lo que le corresponde a los equipos que cierran la tabla.
Por eso se pretende minimizar las diferencias, como ocurre en la Premier, que del primero al último clasificado apenas les separan 30 millones. En ese sentido, el presidente del Sevilla (el contrato del club andaluz acaba antes que el del resto) ya advirtió de que a la larga este asunto acabará en una Liga de dos por un lado y de dieciocho por otro. Pero, claro, eso sólo son palabras. Si resulta complejo que dos se pongan de acuerdo (¡mira la cantidad de divorcios que hay!), qué ocurrirá si es con veinte.
133. (Las Provincias, 11 de agosto de 2010)

10/8/10

El abc del fútbol

A lo largo de los años el Valencia se ha caracterizado por la fortaleza de su sistema defensivo. Aparte de tener mayor o menor capacidad de ataque, esa ha sido su gran virtud, avalada por las estadísticas y por los gratos recuerdos del pasado más reciente, como son los tres trofeos Zamora que logró Cañizares, o el premio al mejor defensa de la Champions que se llevó Ayala en 2000, el año de su debut en el fútbol español.
En todos los deportes colectivos de enfrentamiento y participación simultánea de jugadores, se suceden de manera intermitente fases de defensa y ataque, y en el equipo blanquinegro, por historia, los cimientos se han forjado en la solidez de su zaga para, desde esa premisa, buscar la lógica transición de ataque.
Ahora ya hay aficionados preocupados por el incipiente Valencia 2010-2011, especialmente por el llamado suspenso en inglés. Por los resultados de los partidos frente al Aston Villa y el Manchester City, pero también por la imagen que ofreció ante ambos equipos de la Premier.
Unai, sin embargo, se muestra tranquilo. Considera que el Valencia va mejorando a pesar de que lleva tres encuentros sin ver portería. Hasta el momento todo han sido pruebas y el entrenador de Hondarribia aún quiere alguna más, aparte de la del jueves, en Palermo, o de la que tendrá la semana siguiente en Mestalla, contra la Fiorentina. Sabe que quedan muchas tuercas que ajustar.
Con sólo tres semanas de bagaje resultaría una osadía hacer balance de lo que ha ofrecido el equipo. Pero se pueden apuntar detalles, tanto de orden individual como colectivo. Por ejemplo yo he advertido diferencias de implicación, que quiero achacar al estado físico y de adaptación de determinados jugadores. Y también he observado que el 4-3-3 necesita más ensayos.
En estas circunstancias sería conveniente que nadie olvidara que aunque el equipo se haya construído desde atrás, la fortaleza de la defensa debe de contar siempre con el respaldo de las demás líneas. La eficacia llega por el equilibrio. Es el abc del fútbol.
132. (Las Provincias, 9 de agosto de 2010)

Fichas, sueldos y utopías

El mundo del fútbol debería replantearse muchas cosas de índole deportivo para ofrecer un espectáculo mucho mejor y más limpio, pero también le convendría detenerse a repasar sus estructuras financieras. ¿Se pueden cambiar? Ahora que se habla tanto de la reforma laboral que los sindicatos han puesto a caldo porque la consideran una puerta de par en par al despido, si algunos clubes, como es el caso del Valencia, dirigen la mirada a sus nóminas, no les queda otra que volver a echarse las manos a la cabeza porque han de seguir tragando con los errores heredados.
Cuando empiece la Liga, con menos camareros trabajando en los chiringuitos de la costa, los especialistas del CIS observarán con mayor objetividad las cifras del paro y, de idéntica forma en esas fechas, los gerentes de los equipos de fútbol podrán determinar el número de jugadores que aparecen en sus nóminas, con cifras desorbitadas donde pone sueldos y ficha, y números rojos en la columna donde dice productividad.
¿Se puede cambiar? Mientras muchos 'mileuristas' se preparan para cuando llegue septiembre combatir con una huelga general lo que llaman ruptura laboral al referirse a la reforma laboral, en muchos equipos de fútbol, con algo más que 'mileuristas' en sus plantillas, alguien deberá buscar nuevas fórmulas de contratación para sanear las economías.
Estos días en Valencia a Asier del Horno se le ha puesto en la picota porque en él concurre la circunstancia de ser el futbolista que tiene la ficha alta de la plantilla blanquinegra y, desde que en 2007 llegó al club procedente del Chelsea, ni cuenta ni ha contado apenas para los entrenadores que han desfilado por el banquillo de Mestalla.
Aparte de que el protagonista esté obligado a ofrecer un rendimiento, a quien habría que exigirle cuentas es a la persona que recomendó su fichaje y, desde luego, al que entonces estaba al frente de la nave para rubricar el contrato millonario. Pero, claro, ese planteamiento sólo sería posible en un mundo laboral ajeno al de la élite futbolística. ¿O no? ¿Acaso se puede cambiar o es una utopía?
131. (Las Provincias, 6 de agosto de 2010)

El juego del Valencia

A ti te gusta cómo juega el Valencia?», me suelta de sopetón el amigo más valencianista que tengo. «¡Si apenas le hemos visto!», le digo, y le argumento que con tanta prueba, ni debemos ni podemos enjuiciar lo que está por ver. Pero él contraataca: «Sí, pero, ¿te gusta cómo está jugando?», y me mira fijamente, como queriendo escuchar un veredicto.
La conversación se desvía hacia los estilos de juego y eso parece otro cantar, aunque cuando me pregunta si es mejor el 4-3-3 o el 4-2-3-1 que hemos visto en estos partidos de pretemporada, me resisto a emitir un dictamen. Hay que darle tiempo al tiempo porque dentro de cuatro semanas, cuando el balón de la Liga empiece a rodar, estaremos ante un Valencia que probablemente no tenga nada que ver con el del pasado reciente.
Está claro que el entrenador tratará de mantener la personalidad del equipo, pero los cambios en la plantilla han sido sustanciales y eso se notará. Además, los ensayos con el nuevo grupo pueden invitar al técnico a un cambio de criterio, del mismo modo que lo tuvo cuando se convenció de que el equipo no rendía si la zaga, lenta de movimientos, defendía cerca de la zona de medios. Lo de «no me importa encajar un gol porque juego para hacer tres», quedó en anécdota. Entonces Unai echó quince metros atrás su trinchera y ya no fue sólo lo de mirar adelante.
Lo mismo me da el 4-3-3 que el 4-3-2-1 si no va acompañado de fortaleza de grupo y buena actitud individual. Para conseguir un resultado diferente al del año anterior (por ejemplo, para no echar la Copa a las primeras de cambio o para no llegar a Eurocopa con chaleco salvavidas) hay que hacer las cosas de forma distinta. Y más si las armas son otras.
Un equipo no debería de marcar el objetivo antes de cerciorarse de qué potencial dispone; nunca antes de que Unai haga los descartes y se quede con los 25. Pero además, que conozca la fortaleza de los rivales. Porque eso cuenta, y mucho. Una cosa es lo que tú hagas y otra lo que pueda hacer el contrario.
130. (Las Provincias, 4 de agosto de 2010)

3/8/10

Albelda, el gran capitán

Se podrá decir que es anecdótico y circunstancial o de nostálgicos, pero volver a ver a David Albelda con el brazalete de la Senyera en el brazo izquierdo fue, cuanto menos, extraño. Aunque la imagen en el partido de Hannover resultó testimonial, ya que en el momento en que Navarro le cedió el distintivo el once estaba plagado de canteranos o jugadores con escasa personalidad en el equipo, a muchos les hizo echar la vista atrás. Son quienes no olvidan que Albelda fue el gran capitán durante la mejor temporada de la historia del Valencia; la del doblete que junto a los éxitos pretéritos en 2004 le permitió ser elegido por la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol (IFFHS) como «mejor equipo del mundo».
Hace ya casi tres años que Albelda renunció a los galones que había lucido desde que en el verano de 2002, durante la pretemporada en Nion, Rafa Benítez determinó que el centrocampista de La Pobla asumiera un rol que hasta entonces había desempeñado Cañizares.
Albelda fue el gran capitán del Valencia de esos años y llevó la escarapela hasta diciembre de 2007, momento en que el entonces entrenador, Ronald Koeman, tomó la decisión de apartarlo del equipo. Cuando el club se deshizo del técnico holandés y volvió la normalidad, el valenciano rechazó la posibilidad de recuperar la graduación para evitar cualquier tipo de polémica.
Ver a Albelda con el brazalete fue agradable por los recuerdos que trae, aunque el mantenga la renuncia al cargo. Hace un par de días mi amigo y compañero Pedro Campos escribió en su columna que el candil que alumbra la etapa de los mejores éxitos se ha quedado a dos velas, porque sólo aparecen Albelda y Vicente.
A pesar de que siempre es agradable recordar momentos de gloria, el rendimiento es lo que vale en el fútbol. David lleva años en esto y lo sabe muy bien. Su contrato termina en junio y los galones de la renovación pasan por lo que ofrezca a lo largo de la temporada que empezará dentro de cuatro semanas. Ahí es donde hay que ver al gran capitán.
129. (Las Provincias, 2 de agosto de 2010)

Corridas y embolados

Valencia Fruits, nº 2.457 (3 agosto de 2010)