31/3/10

La fábula de Iriarte

Estamos a punto de cruzar la peligrosa línea que conduce a la especulación, si es que no la hemos traspasado ya, que no me atrevo yo a decir que no, porque soy de los primeros que le doy cancha a la imaginación con la vista puesta en el futuro del Valencia.

Quedan nueve jornadas para que en la película de la Liga aparezca el the end, y el equipo sigue tercero en la clasificación, con un colchón de seis puntos de ventaja sobre su inmediato perseguidor, y al mismo tiempo se prepara para el primer round de los cuartos de final de la Europa League.

Pero aquí no quieren hablar más allá del partido inmediato, el de mañana con el Atlético, aunque a nadie se le escapan los comentarios sobre si Villa acabará en el Barça, Silva en el Madrid, Unai en el Sevilla o Manzano en Mestalla.

Hoy lo importante es que el rival mañana se encontrará con el estruendo de una afición que, a pesar de su disgusto por los precios de las entradas, está decidida a que todos diccionarios recojan su actitud como ejemplar sinónimo de lo que debe entenderse como jugador número doce. Que el 'You'll never walk alone' se quede en mantillas.

Lo de ir partido a partido está más que bien. No coniene mirar mucho más allá para evitar lo que le pasó a la famosa la lechera con el cántaro. Eso es lo que lo corresponde a los jugadores. Sin embargo los técnicos y dirigentes del club, aparte de la atención al presente, deberían mirar más allá, y quiero pensar que lo están haciendo, aunque su silencio invita a la duda.
Los buenos proyectos nunca son flor de un mañana. Eso es para los sorteos y loterías. El Valencia está obligado a mirar al futuro. A tener claro qué quiere hacer la próxima y las siguientes temporadas; qué jugadores son intocables y si confía o no en el entrenador. Eso de esperar a ver si hay Champions para tomar una decisión me recuerda una fábula de Iriarte. Aquella del burro que se encontró una flauta en el campo, dio un resoplido por casualidad y como sonó, acabó diciendo: "¡Qué bien sé tocar! ¡Y dirán que es mala la música asnal!".
77. (Las Provincias, a 31 de marzo de 2010)

¡Más madera, es la guerra!

En el Valencia los argumentos se han hacinado en la misma medida en que se consume la temporada. A pesar de que el equipo se mantiene en tercera posición, con aspiraciones, cada día que pasa se amplía el guión, se hace más extenso y admite nuevos asuntos para alimentar la llama del debate.

Desde la clasificación para la Champions al cúmulo de lesiones que acusa la plantilla, pasando por la esperanza en llegar lejos en la Europa League, el proyecto de futuro, el porvenir del equipo, la idoneidad de las rotaciones, la irresponsabilidad de algunos jugadores al dejar al equipo en inferioridad numérica, la reanudación de las obras del estadio de la avenida de las Corts, la continuidad o no de Villa y Silva, la del propio entrenador Unai Emery y, en las últimas semanas, los arbitrajes… ¡Más madera, es la guerra!, como reclamó el ocurrente Groucho, al frente una la locomotora, durante aquella desternillante aventura en el Oeste, junto a sus hermanos.

Pero aquí la cosa no está para bromas. El 3-0 del sábado en La Romareda escuece tanto como la imagen que ofreció el equipo, y de ninguna manera puede servir de excusa que árbitro Paradas Romero desautorizara a su auxiliar cuando aquél señaló un penalti favorable a los valencianistas. Que lo fuera o no, es lo de menos. Lo de más es que el equipo, que no empezó del todo mal, acabó tocado y hundido.

La imagen de Manolo Llorente en el palco de La Romareda habló por sí sola. El presidente no es de los que da puntapiés al del asiento de delante cada vez que hay un ataque o un despeje, pero seguro que si pudiera bajaría a rematar los córners, aunque no es lo suyo. Pero lo que sí que es, lo está demorando demasiado. Pendiente del teléfono rojo, sigue sin deshojar la margarita. Quizá se espera algo más concreto que la ambigüedad que supone decir que “todos vamos hacia adelante”. Igual que también se espera algo más de Unai, al que imagino en el vestuario del Valencia, en plena arenga, con una cinta métrica amarilla en la mano y el alfiletero sujeto a la manga. Es la segunda vez que dice que va a tomar medidas…

76. (Las Provincias, 29 de marzo de 2010)

29/3/10

¿Quizá alude a algún locutor?

"De todos los animales de la creación el hombre es el único que bebe sin tener sed, come sin tener hambre y habla sin tener nada que decir".
John Steinbeck

27/3/10

Hedwiges Maduro

26/3/10

Ni prisas ni pausas

Cuando de lesiones se trata, no se puede ir con prisas pero tampoco conviene encandilarse. Unai Emery ha admitido su inquietud. En la madrugada del miércoles, en la conferencia de prensa que ofreció tras el partido con el Málaga, el entrenador reconoció que lo que está pasando en el Valencia no es normal. Al paso que vamos el club tendrá que hacer obras y ampliar la enfermería.

Unai exteriorizó su preocupación por la plaga de lesiones que atormenta a la plantilla. A modo de pequeña coartada aludió a la exigencia que entraña la alta competición, porque lógicamente conlleva un mayor riesgo. Pero enseguida desveló que el cuerpo técnico/médico trabaja en busca de una solución y agregó que probablemente habrá que indagar en las situaciones individuales de cada futbolista para regular las cargas de trabajo. Quizá también habría que estudiar el nivel de dureza de los terrenos de entrenamiento...

Con independencia del susto que dio David Villa que, como consecuencia de una contusión en la cabeza tuvo que pasar la noche en observación, en un centro médico, Miguel Brito ha sido el último en caer. Uno más. ¡Y van...! La relación de lesionados y tocados recuerda los partes de guerra: Mathieu, Albelda, Marchena, David Navarro, Domínguez, Vicente, Bruno.

La preocupación que ha exteriorizado Unai es lógica. Siempre se puede hablar de infortunio, pero esta vez hay demasiadas lesiones musculares, que no son producto de contusiones como concurrió hace dos o tres años, cuando varios jugadores (Edu, Gavilán, Regueiro.) se vieron forzados a pasar por el quirófano por la rotura del cruzado.

Aunque las prisas nunca son buenas consejeras, en este caso sería conveniente que los responsables valencianistas se dieran un poquito de aire para encontrar una inmediata solución. No vaya a ser que resulte necesario terminar el campeonato echando mano del filial porque, cuando descubran el enigma, la Liga ya se haya acabado. Si alguien todavía no ha echado cuentas, sólo quedan diez partidos. A vore que fem!

75. (Las Provincias, 26 de marzo de 2010)

24/3/10

Cuestión de diálogo

A veces he traído a estas líneas a mi amigo, el fanático futbolero, ¿verdad?, y os he hablado de sus inquietudes y de sus motivaciones. Pues bien, hoy vuelvo con él. Esta mañana me ha llamado. Me dice que está hecho un lío. El pobre no sabe por dónde tirar. Aunque su equipo es tercero en la clasificación, con ventaja sobre los oponentes, y marcha firme en la Europa League, no está bien. Me confiesa que tiene problemas en casa.

A pesar de que mi amigo asegura que todas las contrariedades comenzaron el domingo pasado, yo creo que no es así; que en todo caso aquello fue la gota que colma el vaso, pero que la cosa viene de lejos, de hace tiempo, de bastante tiempo.

Él insiste en que no, que sólo fue cosa del domingo. Me cuenta que todo arrancó esa mañana, cuando a eso del mediodía se puso cara a la televisión para ver el Real Sociedad-Levante. Como tenía programada una comida familiar en el chalet de sus cuñados, su mujer le puso mala cara, consciente de que iban a llegar tarde a la cita.

Ya en la casa del pariente, como de telón de fondo de la fideuá, la pequeña pantalla ofreció las imágenes del Manchester-Liverpool. Le habían bajado el volumen, pero él no pudo evitar los repetidos reojos que incomodaron sobremanera a su mujer, enojo que fue en aumento en el mismo instante en que en la sobremesa, mientras ella colaboraba en retirar los platos y cubiertos, él se acomodó en la mejor butaca para seguir el Mallorca-Atlético de Madrid que, por cierto, no terminó de ver porque no estaba dispuesto a perderse en directo el Valencia-Almería, en Mestalla. Entrada la noche, ya de vuelta a casa, como en la tele ofrecían el Zaragoza-Barça, durante la cena apenas cruzó una palabra con la parienta.

-Mi mujer es muy rara, tú. Anoche se puso hecha un basilisco cuando le dije que quería ver los resúmenes de los partidos.

-¿Tú le has preguntado si le gusta el fútbol?

-No... Pero, ¿es que hay alguien al que no le guste?

74. (Las Provincias, 24 de marzo de 2010)

22/3/10

El mensaje de Ionesco

A Juanma Lillo a veces le pierde la boca, y con ello no quiero decir que el entrenador del Almería se meta en charcos que no debería. Los tiros no van por ahí. Es cuestión de que su verbo fácil le lleva a manifestarse con aires de psicólogo argentino. Desde que tomó el testigo de Hugo Sánchez, el técnico vasco ha conseguido muy buenos registros y, como su dilatada trayectoria le confiere cierta habilidad dialéctica, cuando se pronuncia delante de un micrófono lo hace con aires de aparente suficiencia. Porque decir que su equipo sólo mira hacia adelante y después realmente realiza un planteamiento que resulta netamente conservador es, cuanto menos, una mentirijilla.

Emery lo sabía y por eso trasladó a su equipo la máxima serenidad para, de esta forma, sacudirse el mínimo atisbo de inquietud que pudiera surgir y, por otro lado, que a sus jugadores no les pasara factura el esfuerzo del jueves, en Bremen. En una palabra, se trataba de ir a lo propio y de olvidarse de lo que pudiera hacer el rival. El entrenador del Valencia puso la música que había que bailar e hizo suya la argumentación de Ionesco en su Diario, cuando advierte que si uno empieza a comprender al contrario, o si se pone en su lugar y tiene en cuenta sus razones, aunque sea en cuanto apenas, está perdido, está condenado a caer en el engranaje de la derrota.

En esta partida Unai conocía muy bien la mano que llevaba su paisano y homólogo, sus intenciones, y ni siquiera las miró de reojo. Se centró en sus cartas. Y con una defensa de circunstancias pero con un ataque de auténticas campanillas, apuntilló al Almería con dos goles que saben a muy poco si uno empieza a enumerar las ocasiones que tuvo el equipo a lo largo del encuentro.

El triunfo de ayer reafirma al Valencia en la tercera plaza y marca diferencias con el Sevilla, Deportivo y Athletic de Bilbao, que han tropezado en esta jornada. El único que aguanta el ritmo es el Mallorca (se mantiene a cuatro puntos), al que por cierto habrá que visitar dentro de poco, en concreto el 10 ó 11 de abril.

73. (Las Provincias, 22 de marzo de 2010)

Miguel Tendillo

Asensi, Angulo, Maduro y Unai

En un repaso de la historia del Valencia sólo hay un jugador que de forma oficial ocupó todos los puestos posibles del equipo. Se trata del legendario Vicente Asensi, que comenzó como interior zurdo (formó parte de la histórica delantera eléctrica), con el paso del tiempo retrasó su posición al centro del campo y más tarde, como consecuencia de su condición física y de los cambios de sistema, por la aceptación de la WM, acabó su trayectoria como defensa. Pero con el curioso añadido de una intervención accidental en el puesto de portero, debido a una lesión del titular, Pío.

Wiges, que es como los íntimos conocen al futbolista holandés del Valencia Hedwiges Maduro, no se sorprende cuando le cuentas esta historia. Él dice que se ve medio reflejado. Recuerda que se ha visto en la tesitura de jugar hoy de lateral, mañana de central, al siguiente de mediocentro, y demasiadas veces de nada, en el banquillo o en la grada, que es lo que más escuece.

Pero a pesar de sus palabras, no parece que Maduro vaya a emular al entrañable Asensi, que mantiene el linaje. Ni tampoco se asemeja a otros casos sonados de futbolistas a los que sus entrenadores les llevaron de acá para allá, como Amadeo, en la década de los cuarenta, y en el pasado más reciente, Angulo.

La situación de Maduro no tiene nada que ver. Es distinta. Llegó a Mestalla en enero de 2008 de la mano de Ronald Koeman, como un relevo de futuro para David Albelda, al que había defenestrado el técnico. El Ajax se embolsó dos millones de euros por este chico, que entonces tenía 22 años, acababa contrato y lucía la escarapela internacional.

Con el entrenador holandés, es lógico, tuvo protagonismo. Al año siguiente Unai Emery le dio algo de bola, pero ahora mismo sólo lo utiliza para paliar la gran cantidad de bajas que ha tenido la plantilla especialmente en la línea defrensiva. Maduro no tiene nada que ver con aquellos comodines y, además, aunque tiene contrato hasta 2012, su futuro en Mestalla se antoja al menos tan incierto como lo es el del técnico guipuzcoano.

72. (Las Provincias, 19 de marzo de 2010)

Muerte con resignación CRISIStiana

Valencia Fruits, nº 2.438 (16 de marzo de 2010)

En lo más alto del estadio

Cada vez que acudo al campo de Mestalla y asciendo por las empinadas gradas del anfiteatro, para alcanzar la cabina de LAS PROVINCIAS Punto Radio, entre resuellos e inevitables pequeños descansos que me permiten tomar un soplo de aire fresco, añoro el futuro recinto que, si algún día se termina, seguro que contará con ascensores.

Mi compañero de viaje, con menos años y más elasticidad que yo, tampoco es que sea muy ágil en la ascensión. Pero resopla menos, o lo disimula mejor. «He de hacer más ejercicio», me conjuro en silencio. Al llegar a nuestro destino y tras sacudirme los últimos jadeos (quienes tienen una localidad próxima me entenderán), no me resisto a relatarle una historia que mi padre me contaba de Rogelio Santiago García 'Lelé', un mediocentro zurdo gallego que allá a mediados de los años treinta aterrizó en Mestalla procedente del Arenas de Guecho y que en la década siguiente formó parte de aquel gran Valencia de los primeros títulos nacionales.

«¿Y qué tiene que ver Lelé con tus dificultades para alcanzar el 'palomar' de Mestalla?» , me apremia mi amigo.

Continuo con la anécdota. En 1944, el año del segundo título de Liga del Valencia, Lelé sufrió una grave lesión que le mantuvo algo más de un año en la enfermería. Durante un entrenamiento, al tratar de regatear a su compañero Asensi, se hizo añicos la rodilla y estuvo tiempo escayolado, lo que provocó una enorme pérdida de masa muscular.

«¿Y qué tiene que ver eso con que nos ahoguemos subiendo hasta aquí?», admite,impaciente. Pues que Lelé, un ejemplo de tesón, para lograr la recuperación, aparte de las caminatas que se daba por la playa de El Saler (se iba sin dinero, deliberadamente, para no caer en la tentación de regresar en autobús), varias veces al día subía y bajaba las gradas de Mestalla entre treinta y cuarenta veces.

Mi compañero arquea las cejas, se repantiga en el asiento, mira hacia abajo y murmura: «Treinta o cuarenta veces...»

Esta historia tuvo un final feliz porque aunque Lelé tardó dos años en reaparecer, pudo volver a jugar.

71. (Las Provincias, 17 de marzo de 2010)

El apoyo de la afición

Tengo un amigo que asegura que siente envidia del apoyo que muchas aficiones dan a su equipo. Siempre me lo dice en voz baja, como si me contara un secreto, o al menos como con precaución, para que nadie más pudiera escuchar su indefectible lamento.

Mi amigo siempre me habla del Liverpool, del Sevilla y del Racing. Los utiliza a modo de paradigmas de su sueño. Bueno, en ocasiones también cita al Atlético de Madrid. Dice que como los seguidores colchoneros están tan acostumbrados a sufrir, su respaldo también tiene mucho más mérito.
El envidia el 'You'll never walk alone', el 'nunca caminarás solo', la preciosa balada que de los escenarios de Broadway acabó por pasar a las gradas de Anfield, que la ha adoptado como himno propio.

Esa melodía de Rogers y Hammerstein es un canto de confianza y optimismo («.aunque tus sueños se rompan a pedazos, camina, camina con la esperanza en tu corazón»), como lo es de promesa y compromiso la composición de El Arrebato que se escucha en el Sánchez Pizjuán («.y es por eso que hoy vengo a verte, sevillista seré hasta la muerte.»), y de tradición son las coplas de 'La fuente del Cacho' que entonan en El Sardinero («dime dónde vas morena, dime dónde vas salada, dime dónde vas morena, a las dos de la mañana...»). Cada uno tiene su estilo.

Mi amigo me mira esperando que le diga lo que él quiere oír, y yo siempre le digo que sí, que todo eso es que dice muy bonito, y que el incondicional apoyo es digno de envidia. Pero también le pido que recuerde que en Mestalla se han vivido tardes espectaculares y noches mágicas de entrega total. Y le menciono el ambiente electrizante y ensordecedor y los mosaicos que han dado la vuelta a España ('Xe que bo', 'Amunt', Sentiment', 'Fem por', 'Per collons', 'Tots units', 'Che we cam'.) cuando la grada de la Mar se ha vestido de gala como reflejo de toda una afición.

-Ya, ya... (me replica). Pero eso sólo ocurre cuando viene el Real Madrid, el Barça o algún rival europeo.

-Y me toca callar.

70. (Las Provincias, 15 de marzo de 2010)

12/3/10

Jesús Barrachina

Tal para cual

Valencia Fruits, nº 2.437 (9-3-2010)

Por la libertad de expresión

Esta imagen es un ejemplo de la censura que la Diputación de Valencia impuso hace unos días a la exposición fotográfica 'Fragmentos 2009'
Lo que Alfonso Rus quiso que nadie viera en el MuVIM, se puede ver ahora en la Galería Tomás March (Calle Aparisi y Guijarro, nº 7 de Valencia, al lado de la plaza Nápoles y Sicilia).
La Unión de Periodistas Valencianos recuerda una frase de Jaume Perich: "Gracias a la libertad de expresión, ahora ya es posible decir que un gobernante es un inútil sin que pase nada. Y al gobernante tampoco".
¿Vamos a cruzarnos de brazos?

Casta, agallas y otras cosas

Cuando se habla de casta, bravura y agallas, casi siempre se da por hecho de que la conversación gira en torno a la fiesta nacional, que por cierto últimamente hay quienes no quieren que lo sea. Son términos habituales en el lenguaje taurino que ayer cambió el color arena dorada del albero por el verde del césped de Mestalla.

Y a pesar de que el resultado resulta ingrato, porque un empate en casa siempre indispone, es bueno que se hable de la casta y el genio que puso el equipo. Primero, porque es verdad que lo hizo. Segundo, porque al pensar en el partido de vuelta, esa bravura invita a un optimismo positivo. Y tercero, porque así se hablará menos del futuro del entrenador, que partido sí, partido no, siempre está en boca de los aficionados. Y más, después de la extraña convocatoria de ayer, tras un polémico día de descanso que concedió a los futbolistas y el posterior conclave con los técnicos, convocado por los pesos pesados del consejo. Vamos, por Manuel Llorente.

El Valencia ayer no mereció el dolor que le causó la velocidad que el Werder Bremen impuso en la primera parte, y la torpeza del árbitro Martin Atkinson, que siguió la estela de otros ineptos como Pérez Burrull ante el Atlético o Toni Chapron frente al Brujas. Lo cierto es que el equipo no se hizo acreedor a ese castigo, aunque algunos jugadores deberían de hacer un examen de conciencia.

En el título de esta columna, después de 'casta y agallas', he añadido 'otras cosas'. Y son esas cosas las que deben preocupar. Porque el equipo ha demostrado que sabe dar la cara y meterle el miedo en el cuerpo al rival. Sin embargo eso no es todo. Queda hacerlo en los despachos.

Lo del penalti, el Valencia debería hacérselo ver. Hacerse oír donde haga falta. No sé cómo. Si lo supiera ya lo habría escrito o le habría hecho una escuchita a Llorente. Pero para eso el club tiene señores con suficiente capacidad y experiencia como para tocar las teclas necesarias y si es preciso, dar un puñetazo sobre alguna mesa. Decir un 'aquí estoy yo' y un 'ya está bien'.

 69. (Las Provincias, 12 de marzo de 2010)

10/3/10

Pepito Grillo

Ni antes incumplía ni ahora se excede. Miguel Ángel Moyá sigue siendo el mismo. Un futbolista sencillo, sin estridencias, consciente de que el mundo del fútbol es un reflejo de la vida misma: siempre exige y además revela que es mucho mejor caer en gracia que ser gracioso.

Quienes consideran que Moyá se examinaba el lunes en Mestalla, deberían consultar a su Pepito Grillo particular. Sobre todo el entrenador, Unai Emery. Es cuestión de que cada cual revise su conciencia. Desde luego, antes de crucificar o subir a los altares a un futbolista no estaría de más repase detenidamente su trayectoria y, sobre todo, que se detenga a discernir lo que son errores puntuales o aciertos concretos y lo que es habilidad y destreza innata o adquirida a través del trabajo.

Unai Emery consiguió que el portero balear se convirtiera el lunes en el centro de todas las miradas. Como César Sánchez cumplía un partido de sanción, al entrenador no le quedó otra que en el partido ante el Racing ofrecer a Moyá la titularidad que le había negado días antes.

Lo cierto es que podría haberse inclinado por el canterano Dani Hernández. Pero no, no lo hizo. A Moyá le había pasado factura la pifia que cometió en Brujas. Esa, y posiblemente otras de partidos anteriores. Pero sobre todo esa.

Y a pesar de todos los piropos que el entrenador le dedicó momentos después del grave error, en el partido siguiente, el del encuentro de vuelta contra el equipo belga, decidió relegarlo al banquillo. Una determinación polémica, aunque un sector que alabó la medida. ¿Que le diría Unai a Miguel Ángel antes del duelo con el equipo montañés, él que fue quien apostó por su fichaje? ¿«Ánimo, chaval, eres mi portero, demuestra lo que vales, ya ves que confío en ti»?

A lo mejor... El entrenador siempre está obligado a motivar a los jugadores, aunque a veces sólo sea de boquilla, porque ya se sabe que esto del fútbol es como la vida misma: en unas ocasiones resulta un drama y en otras un sainete. Veremos lo que toca frente al Werder Bremen...

68. (Las Provincias, 10 de marzo de 2010)

8/3/10

El lunes elijo cine

Esto del fútbol de los lunes me lleva a mal traer. No me acabo de acostumbrar. Y eso que hace un par de semanas ya lo vivimos en Mestalla. Pero este es un planteamiento que no va. Prefiero ir al cine. Ayer mismo tuve un momento de verdadero desconcierto. ¿Fútbol? Me escudé en eso de que, como la selección había jugado el miércoles. Ah, ¿pero hay jornada? Nos visita el Racing.

Lamentablemente para el Valencia hoy hay fútbol, y digo lamentablemente porque a Unai Emery le hubiera venido de perillas un paréntesis liguero ya que, entre lesionados y sancionados, va tener que presentar un equipo cogido con alfileres. Defiende la tercera plaza y enfrente se va a encontrar un rival venido a menos que lleva cinco jornadas sin ganar, y acude decidido a buscar la sorpresa porque Mestalla es un campo que se le da bien. Las estadísticas desvelan que no pierde en Valencia desde septiembre de 2004.

En fin, hoy tenemos fútbol. Es lo que hay. La televisión manda. Es el caudillo de esta ceremonia y los clubes, en su asamblea, respondieron con un unánime 'sí bwana'. Pero una vez más el asunto va a servir para alimentar un debate que ni cesa ni cesará.

Sin tener que recordar aquellos campos desiertos de hace quince años, cuando era Antena-3 quien ofrecía os partidos, muchos aficionados se ha convertido en críticos de la norma. Y han levantado la voz. Hasta ahora he escuchado más opiniones desfavorables que otra cosa, con la excepción de quienes, en su derecho, simpatizan por intereses comerciales. Pero son los menos.

Lo que está claro es que las mentes privilegiadas que decidieron dar vía libre al fútbol en lunes pasaron de los profesionales y pensaron muy poco en los aficionados. En esos que salen tarde del trabajo, en los que no son de Valencia y quieren ver a su equipo, en los que al día siguiente han de madrugar, en los chavales que se han de quedar en casa estudiando.o aunque en este caso aquí no afecte, el perjuicio para los aficionados del equipo rival, que en fin de semana podían haber acompañado a los suyos para arroparlos.

67. (Las Provincias, 8 de marzo de 2010)

6/3/10

Juan Sánchez

5/3/10

El Guaje, un pura sangre

Es un auténtico pura sangre con cualidades de felino. Habla poco y cuando sonríe lo hace acurrucando los ojos, en una especie de susurro que sugiere una combinación de picardía y goles. Un delantero de carácter. Matador. De apariencia escurridiza y burlona, ha sabido sortear mil zancadillas y hacer jirones cientos de cinturas y de ánimos de rivales. Está en lo más alto, en la cima. «L'Equipe» le concedió ayer la portada. Oreja y vuelta al ruedo.

«Mon dieu!» Los franceses, tan exagerados en su chauvinismo, no han dudado en colocar al Guaje en lo alto del pedestal. La carrera del goleador, ahora camino del Mundial, es meteórica. Sin embargo David Villa, que en unas ocasiones es tan frío y duro como el mármol y en otras tan candente como las brasas, es de este mundo y no necesita la rendición de los galos ni sus panegíricos. Acumula suficientes galones y porcentajes como para, desde hace tiempo, haber seducido a los aficionados y a los directores deportivos de no sé cuantísimos clubes.

Pero no todo son complacencias cuando se habla de David Villa. De un tiempo a esta parte el valencianismo destila una extraña sensación de sentimiento agridulce. De satisfacción y de resignación a la vez. Es el orgullo de tener en el equipo una garantía, al que siempre lleva puesta la máscara de 'killer', en contraste con la inquietud por la convicción de que la bruma estival volverá a traer nuevas propuestas y, si las cosas no cambian, que no parece, un montón de euros a cambio del temido billete sin retorno.

Si en presencia de las partes implicadas alguien saca a relucir este asunto, el hieratismo facial es común en todos los interlocutores. Nadie afloja ni quiere mojarse. Y si mucho se aprieta, mientras que desde el entorno del goleador asturiano se limitan a recordar que tiene contrato en vigor, el club da la callada por respuesta. Es un silencio que habla en voz muy alta. Un mutismo que dice que si en la caja no hay más que telarañas, probablemente no quede otro remedio que negociar un traspaso. La crónica de un viaje anunciado.

66. (Las Provincias, 5 de marzo de 2010)

3/3/10

El principio de Arquímedes (pero con el empuje vertical hacia abajo)

Valencia Fruits, nº 2.436 (2-3-2010)

El lenguaje gestual

Valencia Fruits, nº 2.435 (23-2-2010)

El diestro

Valencia Fruits, nº 2.434 (16-2-2010)

Pepinho, el tamborilero

Valencia Fruits, nº 2.433 (9-2-2010)

Dibujos que olvidé incluir (1)

Las medidas de José Luis (perdón, Josep Lluis)
(Valencia Fruits, nº 2.432 (2-2-2010)
Llamazares, el rostro impenetrable
Valencia Fruits, nº 2.431 (26-1-2010)
Sabor a hiel
Valencia Fruits, nº 2.430 (19-1-2010)

Cómo está el patio

Me llama un amigo muy preocupado por la situación adversa que estos días envuelve al Valencia. Los asuntos del club desbordan todas las conversaciones. 'Oye, es que se amontonan los problemas', dice inquieto, y empieza su relato.

Cuando todavía está coleando el arbitraje de Pérez Burrull en el Calderón, ¡zas!, Competición no exime a Miguel Brito y le castiga con un partido de suspensión; Unai, que sigue entre las luces y las sombras (y su futuro también), ha de mantenerse a la espera de una respuesta de la enfermería de Paterna para ver qué alineación presenta el lunes ante el Racing; la estructura del futuro campo ahí sigue, inerte, como monumento a la burbuja inmobiliaria, y para cerrar la retahíla, Deloitte, la firma líder de consultorías y auditorias, hace público un estudio financiero en el que el Valencia no aparece siquiera entre los veinte primeros clubes europeos. '¿Tan mal estamos?', me pregunta angustiado.

La verdad es que bien, lo que se dice, bien, no está la cosa, le contesto. Pero enseguida trato de calmar su recelo y le recuerdo que todo lo que me cuenta no se sale de los raíles. No es nuevo. Lo del árbitro, que puede sentar jurisprudencia, seguirá alimentando tertulias: ¿Cuál es el límite de tiempo establecido entre un error y la rectificación para que no se considere rearbitrar el partido?

Sobre el castigo a Miguel le convenzo al decir que los jueces deberían interpretar la ley, no sólo para aplicarla.

¿Qué era lo otro? ¡Ah!, lo de Unai. Opino que Llorentes tiene la Iglesia; de las lesiones, al ser musculares, producto de contusiones o sobreesfuerzos, le digo que los técnicos deberán hacer una introspección, y del estadio le recuerdo que el club aseguró que en breve seguirán las obras.

'Vale', replica mi amigo. '¿Y del informe de Deloitte, qué?' Pues inquieta que el tercer club de España esté fuera del top'20 y que por delante aparezcan Shalcke, Tottenham, Werder... Pero como no sé cómo argumentarle, me refugio en que se acaba la columna y añado: la próxima semana hablaremos del gobierno.

65. (Las Provincias, 3 de marzo de 2010)

1/3/10

A César lo que es de César

Hoy toca hablar de héroes y protagonistas, y cuando se trata de un partido de fútbol esas condiciones no siempre coinciden en el jugador más destacado del encuentro. Hay veces que el personaje admirado por su gesta nada tiene que ver con el que adquiere el máximo protagonismo, que puede hacerlo por villano.

Eso es lo que pasó ayer en el Calderón. César Sánchez, que fue el mejor del partido, se quedó sólo en héroe cuando estaba llamado a ser también el protagonista por sus brillantes intervenciones. Estuvo muy cerca de lograrlo. A quince minutos de la gesta, que fue cuando el Atlético sentenció su victoria.

Con sus destacadas acciones, César había hecho olvidar que el partido tuvo desde el primer momento dos protagonistas, que son quienes terminaron por arrebatarle el papel principal. Su compañero Carlos Marchena, que lo logró por su inconsciencia, y el árbitro Pérez Burrull, que lo hizo por su incompetencia.

El defensa sevillano había cometido un penalti de libro y el colegiado, que no lo apreció y dejó seguir el juego, permitió que las posteriores protestas y empujones que le propinaron de los jugadores del Atlético desembocaran en la intervención del cuarto árbitro para consultar con él y rearbitrar la jugada en cuestión.

Seguramente ahora los federativos encontrarán una justificación para que cántabro no pase una larga temporada dedicándose su verdadera profesión, que ni sé cuál es ni me interesa, y para que aparte de confesarse, que en los ratos libres pueda repasar el reglamento, que por cierto no le vendría nada mal.

La realidad es que Marchena y Pérez Burrull le amargaron la noche a César. Le arrebataron todo el protagonismo que el veterano guardameta había ido adquiriendo a pulso, minuto a minuto.

En el fútbol, aunque con el paso del tiempo sólo queda el resultado, ahora que todavía está calentito hay que insistir en que el portero valencianista fue el mejor. Ningún contertulio esbozará una sonrisa de escepticismo y causticidad al mirar el marcador. A César, lo que es de César.

64. (Las Provincias, 1 de marzo de 2010)