27/2/10

Manuel Fernandes

26/2/10

Al galope, a octavos

Es más que probable que el valencianismo hiciera anoche las paces consigo mismo. El triunfo sobre el Brujas y el campo de Mestalla, como en los viejos tiempos, repleto, a rebosar, no dejó lugar a las dudas. Ninguna. Pelillos a la mar y todos a una. ¡Le jour de gloire est arrivé!, aunque los de enfrente fueran belgas y hablaran el valón. Al trote, al galope, y el Valencia que ya está en los octavos de la Europa League.

En el vetusto escenario de la calle Artes Gráficas anoche hubo una especie de reconciliación colectiva. La afición valencianista disfrutó, sufrió y volvió a disfrutar. Y despidió el partido con ovaciones, hizo la ola y los dos fondos intercambiaron cánticos. '¡Hola, fondo norte; hola fondo sur!'. Como en los viejos tiempos. Podría decirse que fue una revolución. Una especie de purificación gremial, que hubiera dicho Sandino.

Y es que Unai Emery había revolucionado el equipo. Innovó y sorprendió a todos con la alineación, con el dibujo, con el cambio inicial de sistema, e incluso a algunos nos desconcertó por lo que entendimos como falta de criterio y gesto y guiño a la galería, al prescindir de Miguel Ángel Moyá.
Claro, que con el marcador final, muchos considerarán lógico lo que hizo o, por decirlo de otra forma, le aplicarán el calificativo de daño colateral.
Pero el resultado obligará a decir que eso otra historia, como también el haber dejado de inicio a Alexis o Joaquín en el banquillo. El entrenador del Valencia jugó sus cartas y ganó la partida. Enhorabuena.

Como lo importante era pasar la ronda y el Valencia cumplió su objetivo, habrá quien se quedará sólo en eso, con la noche mágica que conduce a los octavos, y recordará que en el arranque los blanquinegros, como fanáticos puritanos, salieron directos a cazar al Brujas, y que por la calidad individual no hubiera hecho falta llegar a la prórroga.

No. El Valencia mereció haber resuelto antes. Es más equipo que el Brujas. Pero para ganar no debía haber hecho falta tanto experimento. Eso, en la ciudad deportiva. En Mestalla se espera otra cosa. A pesar de la victoria.

63. (Las Provincias, 26 de febrero de 2010)

24/2/10

Hace más de 25 años

"Hoy vas a marcar dos goles». Bernardo jugó a 'rappelero' y acertó. Por eso el Guaje, después de su segundo tanto, el de la espectacular vaselina que levantó a Mestalla de sus asientos, miró a la banda y corrió hacia la boca del túnel de vestuarios donde le esperaba el veterano utillero que, cuadrado ante el capitán, le saludó con aire marcial antes de fundirse en un entrañable abrazo.

Más de veinticinco años antes, esa imagen se repetía con cierta frecuencia. La complicidad entre el utillero y el máximo goleador del Valencia era habitual en el recinto de Artes Gráficas. Claro que entonces Españeta peinaba menos canas, el Guaje estaría empezando a corretear por Tuilla y al que hacía las dianas le apodaban Matador.

En aquellas fechas, además de pinchar al goleador para estimularlo, el utillero cruzaba con él curiosos desafíos que sólo conocían los más íntimos. Las apuestas on line todavía formaban parte de un futuro lejano, y los dos protagonistas se divertían con sus envites secretos.

En los preliminares de los partidos de Mestalla, cuando concluía el habitual peloteo de calentamiento, desde larga distancia Mario Kempes enviaba uno de los balones hacia Bernardo que, situado junto a la banda, debía de detenerlo con un solo toque. «Mil pelas me debes», reía el utillero, tras un perfecto control, y pronosticaba: «Hoy marcarás el primero». Y solía acertar.
Es muy difícil que ese viejo flash vuelva a repetirse al completo.
Probablemente porque entre ambos hubo mayor complicidad y también porque los años no pasan en balde para nadie y Bernardo, por mucho que él diga, ya no tiene tanta habilidad con el balón en los pies. ¿O sí?
Sea o no sea así, en la madrugada del lunes se reeditó una imagen entrañable. La del utillero que quiso ser talismán y espoleó al goleador, como hizo en los felices ochenta con el Matador. Bernardo despidió esa noche tan feliz como el Guaje, que se había sacudido la bulimia de goles y recuperaba la condición de máximo realizador de la Liga.

62. (Las Provincias, 24 de febrero de 2010)

21/2/10

El mapa del clítoris de Bibiana

Me sobrecoge lo del mapa del clítoris de Bibiana. ¡No, no me entiendan mal, que no me refiero al órgano carnoso de la ministra! Por Dios, nada más lejos de mi mente. Aludo a la subvención de 26.000 euros que la señora Aido ha destinado a la elaboración del polémico mapa.
En mi etapa escolar eso del mapa era una utopía. En el aula de ciencias, como mucho nos mostraban el croquis del esqueleto, de la musculatura o de la circulación sanguínea de Servet, en azul y rojo, que bonito. Ni sabíamos lo que era un clítoris ni mucho menos donde se encontraba.
Por aquello del correr de la pubertad y la represión clerical, la vista siempre se nos iba hacia la entrepierna del dibujo mural, en busca de encontrar algo más que el cartelito que ponía 'uretra', un órgano interno que para nuestra desengaño era común para los dos sexos.
-¿Y lo de la polla y la pepitilla?
-Eso no sale.
-Pues no estarán ahí...
Tiempo después, el más espabilado, que nunca era el más listo de la clase, y que debía tener algún hermano mayor que le asesoraba, nos explicó que a la pepitilla los eruditos la llamaban clítoris, un nombre que a nosotros nos sonaba más a parte de una flor, corola, pétalo, sépalo, tálamo, estilo..., que de otra cosa.
Y así, poco a poco, fuimos aprendiendo. Sobre la marcha. Sin mapas.
El primer croquis del clítoris o, mejor dicho, del potorro, no lo vi en ningún libro. Como soy muy dado a los apuntes, lo elaboré yo mismo con los datos que a lo largo de los años fue recopilando de los amigos que tenían dotes de observación... y novia.
En repetidas ocasiones, en la tertulia de una cena con compañeros, lo he dibujado en servilletas de bar y sé que muchos lo conservan. ¿Para que les sirva de guía cuando tengan que intervenir? Pueden dar fe Chema, Chicli, el Zorro, Badi, el Pelao, Perico... seguro que me olvido alguno... Jordi, Lini, Manolo, Tito... incluso don Luis Berlanga.
Para los que todavía no lo tenéis, ahí va. Y sin subvención. Por la cara.
Ya sé que algunos diréis que falta el punto G. Es cierto. Pero es que eso es para nota y en aquella época nosotros nos conformamos con el aprobado rapadito.

Moyá, Zubi, Reina, Barthez...

Hoy toca Getafe, pero me lo salto. Me voy directamente al jueves, convencido de que a pesar de que algunos focos mediáticos no dudan en llevar su haz de luz sobre Unai Emery, el entrenador del Valencia no tiene la mínima duda de que esta tarde/noche César ocupará la portería del Valencia pero que frente al Brujas la responsabilidad recaerá sobre Moyá.

Como a los porteros siempre se les mira con lupa, y a algunos incluso con microscopio, si un entrenador está obligado a sacudir la presión que agobia a sus jugadores, cuando debido a un error las descalificaciones son implacables, el compromiso del técnico aumenta de forma proporcional.

Miguel Ángel Moyá necesita sentirse arropado más que nunca. No es cosa de una palmadita en la espalda. Es cuestión de confianza para que pueda desenvolverse con seguridad, con el mismo ánimo que ayer tendría el atlético Sergio Asenjo, que la semana pasada también cometió una pifia.

Las cualidades del portero mallorquín están fuera de duda. Lleva seis años en Primera y nadie pasa de ser bueno o malo de un día para otro. Llegado a este punto, una vez más surge la necesidad de alcanzar la estabilidad de criterio que tanto se echa de menos en el mundo del fútbol. Porque ni uno es bueno por haber tenido éxito ni malo por no tenerlo. Hay que ahondar mucho más.
Falla el delantero y, ¡otra vez será! Pero si la pifia es del portero la grada se indigna. Doble rasero.

La historia del fútbol está repleta de anécdotas descorazonadoras con los guardametas en el centro de la diana. Desde la de Miguel Reina en un España-Holanda de 1973 a la de Toni en la final de la Copa 2000, pasando por las de Arconada en la Eurocopa'84 y Zubizarreta en Francia'88. Y no me olvido de las cantadas de Lopetegui, Busquets, Cañizares o Chilavert, como tampoco las históricas de Barthez, Paul Robinson, Higuita, Burgos, Enckelman... E incluso de Peter Schmeichel. Pero ya se sabe que los porteros viven peligrosamente; al límite de la línea que separa los reproches de la gloria. Es su sino.

61. (Las Provincias, 22 de enero de 2010)

20/2/10

Ángel Dealbert

19/2/10

Hay otro jueves

La lesión de Mathieu, la expulsión del Silva, el error de Moyá... Demasiadas circunstancias adversas en un partido en el que el Valencia arrancó como dominador y acabó combinando la iniciativa y el control con la falta de intensidad y ausencia de oportunidades.

El 1-0 en Brujas obliga a que la semana próxima, en Mestalla, el equipo de Unai marque al menos dos goles y no encaje ninguno. La misión no parece complicada porque el rival es poquita cosa. Pero tampoco lo era ayer, y mira por donde puso cimientos a su ilusión continental.

Este tipo de eliminatorias hay que calibrarlas en el global de los 180 minutos y por lo tanto habrá que esperar a que acabe el segundo partido. Queda, pues, otro jueves para rectificar. Aunque la primera parte del duelo ha resultado adversa, el Valencia sigue siendo favorito para continuar en el torneo.

En Brujas el Valencia ofreció una esperanzadora lectura inicial. Iniciativa, movilidad, control y llegadas. En los primeros quince minutos pudo haber sentenciado y no acertó. Además, cuando ya había metido el miedo en el cuerpo de los belgas, llegó la lesión de Mathieu que fue el primer sobresalto. El cambio obligado antes de la media hora trastocó la línea defensiva y el sentido del equipo. Desde ahí hasta el descanso, poco que decir.

Luego, apenas iniciada la reanudación, de forma consecutiva llegó la chiquillada de Silva y el gol de Kouemaha. Segundo y tercer mazazo.
En cinco minutos el Valencia se complicó la vida y acabó por defraudar porque le faltó solvencia y eficacia delante de Stijnen. Otro condicionante más. Sin embargo en su haber pondremos que no perdió la cabeza. Recordó que queda el jueves próximo para enmendar.

60. (Las Provincias, 19 de febrero de 2010)

17/2/10

El futuro ya está ahí

El Valencia retoma la UEFA League y con ella las rotaciones, que en este caso serán forzosas. En esta ocasión, que muchos piensan que puede marcar el futuro del entrenador, no se podrá cuestionar si Unai Emery introduce muchos o pocos cambios. Los habrá con independencia de los criterios de selección y de que varios futbolistas ausentes no son, hoy por hoy, titulares.

Las modificaciones responderán a una necesidad. En la enfermería aparecen cinco jugadores (David Navarro, Alexis, Bruno, Vicente y Jordi Alba), el concurso de Alejandro 'Chori' Domínguez no lo permite la legislación deportiva, y el también argentino Ever Banega está castigado por acumulación de amonestaciones. Siete bajas.

Unai no tiene mucho donde elegir hasta el extremo que se lleva a Bélgica cuatro chicos del filial. En la línea defensiva se prevé que Marchena recupere la posición de central, como pareja de Dealbert. La otra inexcusable variación afectará al doble pivote. ¿Será Fernandes, que sale de una lesión, quien acompañe a Albelda, o el entrenador dará opción a Rubén Baraja, un futbolista con más experiencia y mayor corte ofensivo?

Puede haber otras permutas, pero no es cuestión de jugar a técnico, aunque cada uno lo sea en potencia y tenga en mente su once. Lo que no se le debe escapar a nadie es que, juegue quien juegue, el Valencia es superior al Brujas. Por plantilla y por historia. Dice bien poco que el rival sea uno de los clubs más antiguos de Europa y que tenga la vitrina repleta de trofeos. La Liga belga está a varios lustros de la española.

Sin embargo esa teoría hay que escribirla en el Jan Braydelstadion y para lograrlo el Valencia necesita jugar con intensidad y concentración. Dos premisas que en el pasado más reciente han dejado en evidencia a más de uno.

El Valencia llega a Brujas obligado. Parte de su futuro está en juego. Y por lo que se ve, el de Unai también. Con tantas largas, lo de su renovación parece que sólo depende de ganar partidos.

59. (Las Provincias, 17 de febrero de 2010)

14/2/10

Altruismo en Asturias

Unai no abrió el Deuteronomio al azar, como hizo Zapatero en Washington, pero sus versos en El Molinón tuvieron una lectura igual de generosa y ambigua que la plegaria del presidente en el desayuno nacional de oración. Para asustar a los asturianos Emery podía haber elegido los pasajes más crueles y terroríficos del libro bíblico, pero se conformó con transitar por la visión más amable.

El Valencia en Gijón volvió a adolecer de la misma falta de ambición de otras ocasiones. Una cantinela que se ha repetido demasiadas veces. No perder siempre entraña un valor. Sin embargo, el tercero de la Liga, el aspirante a aprovechar el menor descuido de quienes le anteceden, está obligado a bastante más para no tener que recurrir al recuerdo de los errores arbitrales y al de la mala fortuna que lleva el balón al poste.

En el minuto uno los blanquinegros regalaron la iniciativa al equipo de Manolo Preciado y aquél, que es un viejo zorro en estas lides y que para equilibrar y alcanzar el mismo nivel que el rival sabe que no le queda otra que hacer jugar a los suyos con una marcha más, no desaprovechó el gesto altruista. Para plantar cara al que es superior hay que correr más que él y hacer las cosas mejor.

La capacidad y el vigor, la fortaleza con la que se manifiesta un estado de ánimo, eso que se podría definir como intensidad, es algo que se le escapó al equipo de Unai en la mayor parte del primer tiempo y en algunas fases de la reanudación. '¿Qué es el entusiasmo?, papá', preguntó el chaval valencianista sin quitar ojo del partido. '¡Luego lo miraremos en el diccionario!', debió ser la respuesta del progenitor.

El hasta hace bien poco el mejor visitante de la Liga, empezó a desperezarse después del descanso, cuando el Sporting se le había subido a las barbas y era el amo de la parcela central. A partir de ahí se sacudió la presión, fue más incisivo, más Valencia, pero quiso echar mano de las individualidades que sólo encontró en César, ¡menos mal!, en el último suspiro. Por cierto, ¿esta película no la habíamos visto ya? ¿Fue en Sevilla?

58. (Las Provincias, 15 de febrero de 2010)

Pako Ayestarán

12/2/10

La hora del Chori

Como la legislación deportiva le impide participar en la UEFA League, que el Valencia retomará el jueves, en Brujas, probablemente ha llegado el momento de que Alejandro Domínguez empiece a tener minutos de verdad. La escala inmediata de los blanquinegros es el sábado, en El Molinón asturiano.

¡Qué poquito hemos podido ver al Chori hasta ahora! Con la excepción del encuentro de Copa del Rey, en A Coruña, y del amistoso del pasado miércoles, en Paterna, frente al Polonia Varsovia (en que se estrenó como goleador), los minutos que ha disfrutado el delantero argentino han sido de mentirijillas. Prácticamente de esos que se llaman 'de la basura', término que se utiliza cuando un jugador entra en escena con todo decidido y todavía no se ha agotado el tiempo reglamentado. Poco o nada se puede decir de un futbolista al que sólo se le ha podido ver en un amistoso, en 32 minutos de Liga (repartidos en tres partidos) y en 56 de Copa.

La lógica dice que ha llegado la hora del Chori. Las circunstancias son propicias, aparte de que ya debe de encontrarse en plenas condiciones para disputar un partido completo y que las angustias y la hipoglucemia de A Coruña queden en una simple anécdota.

Si en los albores de la campaña Unai Emery echó mano de las rotaciones porque el Valencia iba a adentrarse en tres competiciones, ahora no debe variar de criterio aunque el equipo sólo se mantiene en dos; han transcurrido seis meses y para alcanzar los objetivos es necesario acertar en la administración de la gasolina con el fin de que los futbolistas mantengan el nivel en lo que resta de temporada.

Además, el Chori es un futbolista de futuro y su puesta a punto está en relación directa con los minutos que le conceda el entrenador. Y hablando del mañana, ayer tarde se disputó en Paterna el duelo entre los juveniles del Valencia y el Villarreal y, por metro cuadrado, en la gradas del mini estadio hubo más representantes de futbolistas que público.

57. (Publicado en Las Provincias, el 12-2-10)

10/2/10

El muro de la afrenta

Hoy cruzará el muro del rubor. Bakero vuelve a la Ciudad Deportiva del Valencia como entrenador del Polonia Varsovia. Con él, a lo mejor también llega Toni Bruins, que es el asesor del presidente del club polaco y quien le ha dado a José Mari trabajo allí para cuatro partidos. La vuelta de ambos a Valencias agita los sentidos por su pasado reciente, de infausto recuerdo, cuando Juan Soler dio pista al aterrizaje de Ronald Koeman, que llegó a Mestalla con ellos.

Ni el que fue el séptimo título de Copa (éxito que la plantilla no quiso celebrar) evitó que ese periodo aparezca como la etapa más nefasta de los noventa años de historia de la sociedad. Abróchense los cinturones le faltó decir entonces al ex presidente, porque aparte del océano de turbulencias que rodeaba el aparato blanquinegro, a aquel comandante el traje le vino enorme y ni su copiloto ni el telegrafista, ideólogos de muchas de sus decisiones, se salieron un milímetro del guión.

Las coordenadas del vuelo estaban equivocadas. El itinerario llevaba directamente a la catástrofe y la maniobra de echar por la borda un importante patrimonio del club, apartar del equipo a Albelda, Cañizares y Angulo, es uno de los estigmas que nunca se podrán sacudir.

El inevitable accidente lo eludió la destitución del trío a cinco jornadas del final del torneo, y la mano que Salvador González, disfrazándo de Gary Cooper para interpretar "Voro ante el peligro" en los últimos y decisivos partidos.

Para que nadie olvide aquel aciago periodo de absolutismo, a modo de memorial del desastre, en Paterna queda el muro del rubor que en esas fechas se ordenó construir. El muro de la afrenta que hoy deberán cruzar Bakero y Bruins para llegar al recinto principal donde, posiblemente, tendrán que digerir también la presencia de David Albelda que ha sabido sobreponerse a la dictadura que le quiso llevar a la fosa. A pesar de que el futbolista se ejercitará por la mañana y no está convocado para el amistoso, a nadie le debe extrañar que acuda a ver el partido.

56. (Las Provincias, 10 de febrero de 2010)

7/2/10

La decisión de Emery

Los números avalan a Unai Emery, pero si el guipuzcoano busca una mano amiga, parece que no le queda otra que mirar hacia el final de su brazo. Todas sus decisiones son cuestionadas. Cuando lo pinta de blanco, ¿por qué de blanco?; si es de negro, ¿por qué de negro?; si lo deja sin pintar, ¿por qué no le das color? Y que no pida consejo, porque le tacharán de inseguro.
Siempre le pillará el toro. El sábado, a pesar del 2-0 frente al Valladolid y de las ocasiones para alcanzar una goleada de esas que en Mestalla no se ven desde los años cincuenta, el entrenador del Valencia acabó con un siete en la taleguilla. La grada le dio un enganchón.

A poco del inicio de la segunda parte, cuando ordenó al Chori que empezara a realizar un calentamiento, todo el mundo adivinó que como Pablo Hernández no estaba nada bien, el iba a ser el jugador sustituido. Y así ocurrió poco después, aunque como el entrenador decidió el relevo casi coincidiendo con el momento en que Mestalla coreó la presencia del argentino, la inmediata y más sencilla lectura que hicieron los detractores de Unai, que son muchos, fue considerar que el técnico, sin personalidad, se había dejado llevar por la voz del pueblo.

Claro que, si Unai hubiera ordenado antes la permuta, también se la habrían cuestionado (¿por qué no esperar un poco?). En el supuesto de haber demorado más la presencia del Chori, alguien le espetaría que tuvo que ser el público quien le advirtió. Y de haber prescindido del futbolista, le atosigarían a preguntas sobre el porqué del fichaje. ¿De qué se habla que me opongo? A veces es mejor caer en gracia que ser gracioso.

Decisiones y aciertos aparte, en el partido del sábado no fue sorpresa la pitada que se llevaron los jugadores en la primera fase del segundo tiempo. Cuanto menos resulta curioso que un equipo esté ganando y su afición le silbe. ¿Por falta de implicación? Sí. La misma carencia y apatía que se observó en algunos reservas que, tras el partido, se ejercitaron en el césped de Mestalla. Con esa actitud no se llega muy lejos, amigo.

55. (Las Provincias, 8 de febrero de 2010)

Miguel Ángel Moyá

5/2/10

Boceto a largo plazo

En los últimos días que se habla en exceso de los partidos en lunes, que servirán para que se recuerde menos lo de los cuatro millones de parados, o de la cruzada de María Antonia Iglesias contra el sentido común, que puede provocar que alguna cadena regale orejeras para ver la tele, el aficionado del Valencia debe de empezar a sospechar que le han estafado el futuro por el timo del tocomocho.

La conveniencia o no de ampliar ahora el contrato a Unai, sigue siendo el asunto de debate porque no se pronuncia quien todos esperan que lo haga para, al menos, no alimentar más las polémicas.

De Unai se viene hablando desde antes de que el Valencia arrancara la Liga con una victoria ante el Sevilla, sumara tres puntos en Valladolid y, como el técnico ya echó mano de las rotaciones, en el debut continental lograra un empate en campo del Lille. 'Hay que renovar al entrenador', dijo entonces un seguidor.

Pasaron las semanas, el equipo se mostró contundente en los desplazamientos, pero como en Mestalla le sacaron los colores y en la UEFA League todo estaba en el aire, el interlocutor susurró preocupado: 'Lo de Unai puede esperar, no hay prisa'.

Llegada la Navidad, el Valencia se consolidó como mejor visitante, se clasificó para siguiente fase de la competición europea, pero para verlo ganar había que hacer mucha carretera. '¿No habrán renovado a Unai, verdad?', preguntó el aficionado, hundido entre el estupor y la zozobra tras la eliminación en la Copa.

Estamos en febrero, quedan tres meses para que acabe la Liga y todo sigue igual. Conjeturas. Pero nadie sale al encerado para mancharse los dedos de tiza. Y eso que no es una ecuación polinómica de segundo grado que tanto asustaba en el bachiller. Es el futuro del club, que ya está ahí: lo que hoy es presente, mañana habitará en el pasado.

El Valencia debe de sacudirse cuanto antes cualquier tipo de presión y demostrar estabilidad de criterio para configurar un boceto, un proyecto a largo plazo. ¿Por qué? Porque ahora mismo parece que sea amorfo.

54. (Las Provincias, 5 de febrero de 2010)

3/2/10

Críticas y criterio

Llorente ha bajado al vestuario!», se escuchó el domingo a través de las ondas, como si se tratara del grito de Pedro, el del cuento, el que inventaba al lobo para mofarse de los aldeanos. Con el aviso cundió el pánico hasta que alguien cayó en la cuenta de que después de cada partido el presidente suele visitar el santuario del entrenador y futbolistas.

«¡Menos lobos!», tuvo que reclamarse. Menos lobos y más mesura, porque todo es cuestión de detenerse unos instantes a reflexionar. Y convendría que esos alarmistas lo hicieran antes de hacer sonar las sirenas. Simplemente para que nadie les recuerde que, aunque no es necesario decir todo lo que se piensa, resulta imprescindible pensar cuanto se dice.

Unai tiene muchos detractores y aunque el Valencia es tercero, cualquier situación adversa sirve para cuestionar su continuidad. Al acabar el partido de Sevilla Llorente departió unos minutos con el técnico y dio ánimos a varios jugadores con los que coincidió en el túnel, cuando aquellos regresaban al terreno de juego para el trabajo regenerativo que dirige Ayestaran.

Como el marcador no acompañó, esa visita de Llorente sirvió para especular sobre el futuro del técnico antes que hacerlo sobre la flema de Miguel, la dispersión de Alexis, el rendimiento del doble pivote o que los del ataque estuvieran más tiempo en Babia que con los pies en el suelo.

Pero no. Nada de pescozones, como tampoco los hubo ayer en la reunión de 50 minutos que el técnico mantuvo con los futbolistas. Unai no necesitó utilizar el dedo de señalar, porque cada uno sabe dónde está la herida.
Hay una frase del preparador físico que viene de perillas. Al referirse a las victorias y derrotas, Pako desvela la importancia de reconocer que en lo que salió bien hubo cosas que se hicieron mal, y en lo que salió mal hubo cosas que se hicieron bien.

Sería bueno aprender a diferenciarlo y recordar que el Valencia es tercero y que la continuidad o no del entrenador no debe depender de un resultado ni de dos ni de tres...

53. (Las Provincias, 3 de febrero de 2010)

1/2/10

Karate y errores

Miguel Ángel Pérez Lasa estaba a nada. A unos pasos. De frente. Y no se enteró o no quiso verlo. El crono consumía los últimos segundos del partido y el árbitro de Andoain, como ni sabe japonés ni karate ni fútbol, pues seguramente le sonó a chino el 'yoko-tobi-gueri' de Palop sobre Villa. Total, que miró hacia otro lado mientas los valencianistas reclamaban el penalti y recriminaban la acción del portero de L'Alcudia.

Si el delegado arbitral hace un informe completo o los jefes de Pérez Lasa vieron el partido (lo ofrecía el Plus y se recreó en las repeticiones), a lo mejor, qué risa María Luisa, le meten una temporadita en la nevera. ¡Hala, chaval!, haz un paréntesis y dedícate un tiempo con intensidad a lo del reparto de material eléctrico y de fontanería para el sector de la construcción, que es tu profesión y de lo que sí debes de entender.

Dicho esto, sería de ventajista resumir en ese tremendo error del árbitro la derrota del Valencia en Sevilla. Pero, caray, fue tan de libro, y como antes ya pasó por alto que Zokora cometiera manos (hubiera sido la segunda tarjeta amarilla) y un derribo de Zigic dentro del área... Pues chirría.

Chirría tanto como el juego global del Valencia. En el Sánchez Pizjuán mostró su peor imagen como visitante y encajó la tercera derrota de la temporada.

Era un partido para salir disparado hacia arriba porque los resultados de Mallorca, Dépor, Getafe, Atlético y Villarreal jugaban a favor. Y con el Sevilla era un lance de siete puntos (por los tres que hubiera dejado dejaba de sumar el rival y el de la diferencia de goles). Al final el apurado 2-1 sólo sirve para estar por encima de los andaluces en el caso final de empate.

El Valencia fue el equipo vitamina. Dio vida al contrario. Demasiados errores e imprecisiones en defensa, concesiones de los dos tanques del medio campo (que en Pamplona y Bilbao dieron tan buen rendimiento) e ineficacia del ataque para incomodar a Palop... Aunque Unai se dio prisa en los cambios, esta vez fallaron los jugadores... y el árbitro.

52. (Las Provincias, 1 de febrero de 2010)